Claudia Guillén

Esperanza en medio del miedo y el caos

Por Claudia Guillén 

Muchas veces sentimos que la vida es un caos y nos dejamos llevar por un torbellino fuera de control, creyendo que son circunstancias externas a nosotros, sin darnos cuenta de que ese caos no es otra cosa más que nuestro propio interior fuera de control. En ese instante en el que te percatas que ese torbellino se nutre desde tu interior, tienes el poder, la gracia, la oportunidad, la potestad de comenzar a resolverlo y regresar a ese espacio interior de maravillosa calma para volver a trabajar en la obra de arte de tu vida.
Abrazar ese caos no es otra cosa más que convertirte en un observador libre de crítica y juicio, consiste simplemente en disociarte de la versión de la historia que te has estado contando a ti mismo acerca de tu experiencia de vida y por un instante ser simplemente un observador, seguro descubres cosas interesantes.

Cosas tan interesantes como: 

No había visto esta situación desde este punto de vista…

Heyyy… es cierto, esto tiene solución…

Creo que le di a esto más importancia de la que tenía…

Esto dolió, pero la verdad ya pasó, me he quedado enganchado en el pasado…

Son muchas las obligaciones económicas, es un hecho… pero de una en una puedo ver la forma de salir…

Esto no salió como quería, me equivoqué terriblemente… por fortuna aprendí y puedo seguir adelante…

Fue vergonzoso, sí… pero puedo superarlo…

¿Y si me atrevo… qué es lo peor que podría pasar?

¿Verdad que es revitalizante desenmascarar todas las tragedias a las que les damos permanencia en nuestra mente?

Cuando dejamos de pelear y resistir lo que es, podemos comenzar a interpretarlo de manera más productiva. Es como cuando te resistes a ordenar tu casa, a poner todo en su lugar, a limpiar lo que está sucio, llega un momento el que parece que todo se te viene encima, el lugar se torna desagradable, incluso se ve feo… de repente te animas a entrarle, te equipas con guantes, paños, escoba y buena música de fondo y, el ambiente comienza a cambiar. Limpias la cocina y ya dan ganas de cocinar y comer; limpias los baños y te sientes bienvenida; limpias y ordenas la habitación y dan ganas de descansar; ordenas el ropero y te da la sensación de tener más… sí… así es la vida, cuando te detienes a ordenar con buena música de fondo, sin drama, sin reclamos, sin enojo, sin culpables y le entras con amor y entusiasmo… todo cambia.

En el trabajo sucede lo mismo, vemos las cosas y los casos como si fueran un caos total y cuando te detienes y te enfocas en las soluciones, lejos de buscar culpables y señalamientos, logras fluir en la dirección correcta a las soluciones.

Éntrale al caos, éntrale a tu vida, éntrale a la eficiencia…

Sal de ahí, sal de esa escena y observa en tu interior hasta encontrar el extremo del hilo o los extremos de los hilos por donde comenzar a desenredar la maraña. Has hecho lo mejor que has podido y ¿sabes qué? lo estás haciendo bien, solo libérate de la cháchara de la culpa, el remordimiento y el resentimiento y comienza a apalancarte en tu profundo deseo de hacer las cosas bien, se servir, de dar, de trascender… desde ahí hay un espacio de luz que viene de lo alto y que conecta con lo más profundo de tu ser, empoderándote con todo lo necesario para seguir adelante con tu vida y continuar con tu obra de arte, esa que consiste en Vivir y vivir a plenitud.

Estamos viviendo momentos desafiantes, nadie puede cuestionarlo. Estamos afrontando un caos global, una pérdida de control ante muchas situaciones o aspectos de nuestra vida, sobre los que sí teníamos control. Luego de ordenar ese caos interior que venía de tiempo atrás, tienes más fuerza, más energía, más claridad y enfoque para afrontar ese caos que pareciera más grande que tú, más grande que ciudades, más grande que países y más grande que nuestra humanidad.

Y, además, posiblemente eres de esas personas que lamentablemente a este punto han perdido su negocio, han perdido a un ser querido, pasando serías dificultades económicas o estás afrontando problemas serios de salud; honro a la distancia la dificultad de tu travesía, sin embargo, tanto a ti como al resto, nos corresponde hacer el trabajo y asumir el 100% de responsabilidad sobre nuestro presente y futuro, independientemente de lo que hemos vivido. No se trata de competir y demostrar quién la está pasando peor, hay dificultades que ni siquiera puedo imaginar, me corresponde vivir la mía, y ante esa circunstancia, sólo puedo vivir mi vida y no la de alguien más.

No pretendo motivarte, no pretendo darte ánimos, quiero inspirarte para que veas lo que hay dentro de ti y encuentres desde tu propia fuerza, la salida a ese espacio de oscuridad en donde caemos en desesperanza y dejamos de ver, aunque sea un destello de luz que nos ayude a levantarnos día a día con gozo y gratitud, para seguir avanzando.

LLEGO LA HORA DE ACTIVAR LA VIRTUD DE ESPERANZA MÁS QUE NUNCA…

Cuando ya te has hecho cargo de lo que está bajo tu control, cuando has trabajado en tu ecuanimidad, cuando te estás ocupando de tu claridad y paz mental, es hora de rendirse y darle paso a la esperanza. Y cuando hablo de rendirse, no me refiero a una actitud pasiva ante la vida, hablo de confiar desde la fe, desde el amor, desde la certeza de saber que no estamos solos y que todo tiene el orden perfecto para nuestro mayor bienestar.

¿Qué es realmente la Esperanza?

Hablamos mucho de ello, sin embargo, es muy probable que no tengamos claro en qué consiste.

“La esperanza, en su significado más amplio, puede ser descrita como el deseo de algo aunado a la expectativa de obtenerlo…Y desde esta perspectiva la esperanza puede definirse como una virtud divina gracias a la cual esperamos, con ayuda de Dios, llegar a la felicidad eterna y tener a nuestro alcance los medios para ello”. (https://ec.aciprensa.com/wiki/Esperanza)

No pretendo entrar a la doctrina de la iglesia ni a principios teológicos, pretendo simplemente llamar nuestra atención a que la vivencia de la “esperanza” como virtud, es algo muchísimo más grande y poderoso que la palabra de aliento que le das a alguien cuando se siente desanimado.

Desde mi punto de vista, la esperanza es, en sí misma, un estado de la mente, que abre la puerta de maravillosas experiencias en todo tu ser. La esperanza es una decisión, fruto de tu convicción, de tu certeza. Sólo así funciona. Cuando vives la esperanza activa, no la espera pasiva e involuntaria, tu mente está clara, tu actitud es resiliente, tu lenguaje es edificante, tu ser irradia la certeza de un nuevo paradigma: “Todo aquello de lo que humanamente no puedo hacerme cargo, está en tus manos señor. Yo confío en ti. Sin apego, sin aversión. Tengo la certeza de que lo que sea que suceda podré afrontarlo, porque me has dado y me darás los recursos necesarios para sobrepasar esta situación, aunque no tenga idea de cuál sea”.

Te hablo de tomar una decisión, porque a como yo lo veo, ante tanta incertidumbre, de lo único que puedo tener el control es de la forma en que puedo afrontar cada situación una a la vez. Confiando, nutriendo consistente e intencionalmente la virtud de la esperanza.

Ocúpate de todo lo que haya dentro de ti que requiera limpiarse, liberarse, desecharse, abre las ventanas de tu ser interior para ver lo que ahora no ves, debido a todo lo inútil e inservible que podrías llevar dentro.

Cuando hagas esa tarea de afrontar el caos con nuevos ojos, limpiando un escenario a la vez, como te invité algunos párrafos antes, respira profundo, inhala paz, exhala amor, sonríe, llora si gustas y ríndete amorosamente abriéndole paso a la esperanza.

Día a día, un paso a la vez. Con fe renovada, declara tu verdad, esa que nutres, esa verdad que te ayuda a ver por sobre esta situación, sabiéndote y sintiéndote seguro y a salvo.

Y mientras vives la esperanza, muévete, sigue soñando, trabaja con alegría, atiende con respeto y caridad a cada ser humano en tu camino. Practica la generosidad, irradia amor, contagia optimismo, dale al resto con tu actitud, lo que quisieras recibir de ellos: palabras que edifican, gestos que enternecen, apoyo que respalda; y de esa forma, uno a uno irradiamos la esperanza, no de los conformes, sino de los que saben que todo fluye en el orden perfecto en su experiencia de vida y pueden decir día a día: Gracias, gracias, que grata sensación saber que tú PADRE, te estás haciendo cargo de esta situación. Posiblemente todos estamos esperando un milagro en nuestras vidas, me gusta pensar que cada uno de nosotros tiene dentro de sí mismo, el potencial de constituirse en el milagro que esa persona en tu camino espera para su vida. Que, tal si, nos proponemos ser el vehículo del milagro que otros están esperando en su vida.

Te deseo lo mejor.