Opiniones – Rudy Gallardo

La política de políticas es el presupuesto

La frase «la política de políticas es el presupuesto» encapsula una verdad fundamental: el presupuesto es más que un conjunto de números. Es una declaración poderosa de prioridades y compromisos políticos. Este principio se vuelve aún más relevante al analizar el papel de la tecnología en el desarrollo institucional de Guatemala, donde la asignación presupuestaria puede ser la diferencia entre avanzar hacia la transparencia y la modernización, o perpetuar sistemas obsoletos.

El presupuesto actúa como una brújula, dirigiendo los recursos hacia áreas prioritarias. En el contexto guatemalteco, esto es evidente en la inversión en tecnologías para la modernización de registros, la lucha contra la corrupción y la transformación digital. Por ejemplo, los avances en la implementación del Reconocimiento Óptico de Caracteres (OCR) para las actas de cierre en los procesos electorales demuestran cómo un diseño y asignación presupuestaria adecuados pueden mejorar la transparencia y reducir las irregularidades.

El uso de sistemas digitales en registros, por ejemplo, no solo garantiza la autenticidad de los datos, sino que también refuerza la confianza pública. Sin embargo, estos avances tecnológicos requieren una asignación presupuestaria suficiente que permita tanto su implementación inicial como su mantenimiento continuo.  Sin los recursos necesarios, incluso las políticas más innovadoras quedan relegadas a ser ideas en papel. En Guatemala, las propuestas para crear un registro electrónico integral de organizaciones políticas por ejemplo resaltan esta realidad. Este sistema no solo busca garantizar la validez de las identidades registradas mediante la integración con el RENAP, sino también prevenir irregularidades como la inclusión de personas fallecidas o duplicación de datos.

El presupuesto aquí juega un doble papel: primero, como facilitador de sistemas tecnológicos modernos, y segundo, como límite que puede restringir el alcance de las reformas si los recursos asignados son insuficientes. La implementación de sistemas como estos no solo requiere tecnología, sino también formación y sensibilización para asegurar su uso efectivo.  El presupuesto asignado a iniciativas tecnológicas también es un indicador clave de los compromisos hacia la rendición de cuentas. En la lucha contra la corrupción, la tecnología actúa como un amplificador de la transparencia. Por ejemplo, sistemas que permiten la fiscalización ciudadana en tiempo real, como herramientas para verificar los resultados electorales, son vitales para asegurar que los recursos públicos se utilicen de manera eficiente y que las políticas sean coherentes con las promesas hechas.

En este sentido, una administración que prioriza la inversión en plataformas de transparencia está enviando un mensaje claro: la confianza pública es un pilar fundamental. Sin embargo, esto solo se logra cuando el presupuesto respalda estas políticas, demostrando que la transparencia no es solo un discurso, sino una práctica implementada.

El concepto de gobierno digital ha sido promovido como una herramienta esencial para la innovación y la inclusión. La transformación digital no solo optimiza los procesos internos del gobierno, sino que también crea canales de participación ciudadana más accesibles y efectivos.   Para que esta transformación sea efectiva, es necesario priorizar la infraestructura digital en áreas rurales y garantizar la inclusión tecnológica de grupos vulnerables. Este enfoque requiere un presupuesto que considere no solo las necesidades inmediatas, como la adquisición de tecnología, sino también el desarrollo del capital humano necesario para manejar estos sistemas. Esto incluye desde la formación técnica hasta la alfabetización digital para comunidades marginadas.

El desarrollo tecnológico e institucional de Guatemala demuestra que el presupuesto es mucho más que un documento financiero; es una herramienta estratégica para el cambio. Cada quetzal asignado refleja una decisión que puede acercar o alejar al país de una gestión pública moderna, transparente y eficiente.  Invertir en tecnología no es un gasto, sino una inversión en el futuro del país. Ya sea para modernizar las instituciones, implementar sistemas de fiscalización o garantizar que las comunidades más alejadas tengan acceso a servicios básicos, el presupuesto debe alinearse con las metas de desarrollo nacional. De esta manera, el principio de que «la política de políticas es el presupuesto» cobra vida, asegurando que las prioridades nacionales se traduzcan en acciones concretas que beneficien a todos los guatemaltecos.