Sin ti pero conmigo
Hace poco escuché una frase que me estremeció:
“Hay una pregunta que casi nunca nos hacemos en el amor: ¿la persona que amo es buena conmigo?”
Es sencillo, pero devastador.
Porque muchas veces respondemos con un silencio incómodo.
Tal vez su nombre todavía te acelera el corazón,
pero su trato te deja vacía.
Tal vez sus promesas siguen grabadas en tu memoria,
pero sus hechos te han herido más de lo que quieres admitir.
Y aun así, insistes. Esperas. Ruegas.
Como si amar significara aguantar.
Como si el amor verdadero solo pudiera nacer del dolor.
¿De dónde aprendimos esto?
De niñas.
Cuando debimos haber recibido amor incondicional… y no llegó.
Cuando las palabras que debieron abrazarnos nos juzgaron.
Cuando el abrazo que esperábamos nunca se dio.
Entonces, sin saberlo, asociamos “amor” con ausencia.
“Amor” con sufrimiento.
“Amor” con esperar que, tal vez mañana, alguien cambie.
Y ahora, en la adultez, seguimos repitiendo el patrón.
Nos encontramos en relaciones donde callamos maltratos,
donde aceptamos migajas,
donde confundimos atención intermitente con devoción.
Pero, querida mujer, esto no es amor.
Es un eco del dolor del pasado.
Es una herida disfrazada de romance.
El verdadero amor —ese que Dios soñó para ti— no es así.
El amor de Dios es paciente, sí, pero también es seguro.
Es tierno, fiel, protector.
Un amor que sana, no que hiere.
Un amor que edifica, no que destruye.
“Por sobre todas las cosas, vístanse de amor, que es el vínculo perfecto.” — Colosenses 3:14
Tu destino no está en repetir heridas.
Tu destino está en reconocer que mereces un amor que refleje al Padre,
y que si aún no ha llegado, no significa que estás olvidada,
sino que Dios sigue preparando el camino.
Oremos juntas:
Señor, abre mis ojos para reconocer cuándo he confundido dolor con amor.
Sana en mí las memorias del pasado que aún gobiernan mis decisiones.
Enséñame a esperar en Ti, a confiar en que tus planes son de bien y no de mal.
Y cuando llegue el tiempo, guíame hacia un amor verdadero,
que nazca de tu corazón y me lleve a cumplir mi destino en plenitud.
Amén.
Querida mujer, Cita con tu Destino es una invitación a dejar de mendigar amor donde solo hay ecos de heridas, y empezar a preparar tu vida para un futuro lleno de propósito y plenitud.
Porque no se trata de conformarse con lo que duele… sino de abrazar lo que sana.