Día del Maestro: soy profesor
Desde que me gradué de profesor de Educación Primaria en el Colegio La Patria de Occidente (Celpo) siento privilegio y compromiso por esta labor, di clases en primaria y luego en la universidad.
Pero un profesor no es el que se motiva por una retribución, sino quien motiva y comparte todo el tiempo. Con mis amigos y equipo lo intento todos los días. Los jóvenes son profesionales y capaces, pero siempre es un gusto ayudarlos a seguir creciendo.
Ser profesor no es fácil, pero es gratificante. Los estudiantes nunca olvidan a dos tipos de profesores, lo que marcan sus vidas y a los mediocres.
Todo ha evolucionado en la educación, del yeso a lo digital; de lo presencial a lo virtual. Pero la base sigue siendo la misma, disciplina y ganas de aprender.
La actualización es la materia prima del chip del profesor. Todo profesor pierde su derecho el día que deja de seguir aprendiendo y leyendo.
Los verdaderos profesores no abandonan a sus alumnos, ni en tiempo de pandemia. Cumplir una o dos horas en una clase vía Zoom o en cualquier plataforma no es atenderlos. ¿Díganme alumnos si los han llamado en estos tres meses para preguntar cómo han estado?
Un profesor bueno sigue enseñando después de muerto, porque su ejemplo impacta generaciones. Estoy hablando de generaciones no de burdas expresiones como “covidianos”, porque eso no existe.
La aspiración de un profesor es ser maestro. Aunque en el amplio contexto, Maestro solo Él.
Cuando un estudiante pasa a ser alumno, el profesor habrá logrado su propósito para dejar un legado. Porque los estudiantes solo quieren ganar puntos y los alumnos además de ello quieren seguir sus pasos y parecerse al profesor.
Mi alto agradecimiento porque para estar en el punto donde estoy -que ni es más ni menos que nadie, porque solo uno sabe dónde está-, se lo debo a muchos maestros.