8e4271f1-8543-4ff0-8ce5-ee242d14513d

La analogía del éxito

Muchas veces cuando se intenta realizar un proyecto, cuando alguien quiere destacar en algo, cuando se desea ejecutar un propósito, cumplir con un objetivo, y no se inicia, es más, se buscan excusas para no iniciar, nos encontramos con la típica frase “no lo hizo por temor al fracaso”; para justificar la falta de iniciativa y siempre se vive procrastinando. Y por supuesto, ya con esa afirmación asentada en los pensamientos, seguramente el fracaso es y será la única opción. Y es que por tradición esa frase ha sido como estandarte para justificar el fracaso mismo.

Se le atribuye a Buda la siguiente frase “Somos lo que pensamos, todo lo que somos se levanta con nuestros pensamientos. Con ellos levantamos el mundo”. Desde el punto de vista fisiológico, entre todos los componentes del cerebro, están las neuronas sensoriales, las cuales son fundamentales para el pensamiento. Entonces, si los pensamientos son de suma importancia, debemos ser muy cuidadosos con la clase de información que inyectamos a nuestro cerebro.

Con nuestros pensamientos fortalecidos, se es más capaz de emprender sin demoras. La pregunta es ¿Por qué se tiene miedo a empezar? Sencillo, porque no se le teme al fracaso, sino al éxito. Saber que se va a fracasar es continuar en la zona de confort, seguir haciendo lo mismo. Por el contrario, el temor al éxito se debe a que debemos hacer cosas extraordinarias, adquirir nuevos hábitos, cambiar rutinas. El temor al éxito es hacer lo que antes no se había hecho.

Quien sabe que va a perder justifica su fracaso anticipadamente para hacerse creer a sí mismo que está en lo correcto porque sabe que su preparación no fue la correcta. Por el contrario, quien quiere y sabe que puede ganar, pregona su éxito, no hablando, sino haciendo. Cree tan fuertemente en sí mismo, que sus actitudes hacen que los demás crean en él.

La línea entre el éxito y el fracaso es muy delgada, lo único que las separa es la acción. La línea de acción entre el éxito y el fracaso es demasiado grande para que uno con el otro pueda convivir.

La mejor forma de proyectarnos al éxito es con mucho entusiasmo, ese sentimiento de intensidad, lleno de una exaltación que nos produce la pasión por conseguir lo que más se desea. Y si es el éxito lo que más desea, vaya por él y vaya con todo. Recuerde que al fracaso hay que justificarlo, el éxito hablo por sí solo.