Douglas Hernández Franco Opinión

A la mediocridad, por su nombre

Hay una canción del grupo de rock español Duncan Dhu, titulada “En algún lugar”. No entraré en detalles acerca del grupo musical, sus integrantes o la canción en sí. No obstante, hay una frase de la que deseo escribir.

“Y en las sombras mueren genios sin saber, de su magia concedida”

Profundizar en estas palabras de la canción y materializar su significado, me hace recordar una conversación, la cual describo para su mejor interpretación.

  • ¿Cómo te fue en el examen?
  • Me fue muy bien, obtuve 20 puntos de 20
  • Excelente, te felicito
  • A los que no sabían las fórmulas se los llevó el río. Pobrecitos.

Y es suficiente para sacar interesantes conclusiones que harán hincapié al presente artículo. ¿Cuál es el sentido que se le da a la palabra “pobre”, cuando nos referimos a alguien, como es el caso de la conversación descrita, que perdió un examen académico porque no se preparó? ¿Acaso pobre no significa escasez de algo en particular, dinero por ejemplo?  Guatemala, en su interculturidad, tiene muchos sinónimos, o ha creado en su diversidad lingüística, frases verbales para tal o cual expresión. Para nosotros, pobrecitos significa cuando alguien pasa penas, está sufriendo angustias o ha tenido un mal día, entre otros. Pero también, por alguna razón se menciona cuando alguien, aunque sepamos que es el culpable de sus actos y está sufriendo por sus consecuencias, nos causa angustia su pesar.

Y es allí, donde entra la palabra “pobrecitos”. Al llamar “pobrecitos” a los que no sabían las fórmulas, automáticamente, y cito para este caso en particular, se está alimentando la mediocridad. No se le puede tener consideración a alguien que tuvo las mismas oportunidades para obtener una calificación excelente, y simplemente no quiso esforzarse para aprender.

Tristemente se derrocha el talento, y dejamos que poco a poco se vaya extinguiendo esa luz que nos fue concedida a la hora de nacer. El cerebro, como mecanismo funcional, ha evolucionado para ayudarnos a sobrevivir. Estamos diseñados para aprender, para desarrollar habilidades, pero cuando no se ponen en práctica, nuestra estructura física y emocional deja de brillar. Sería algo así, como las ruinas encontradas bajo la maleza. Fueron funcionales en su momento, sin embargo, dejaron de usarse por cientos de años, lo que ocasionó que fueran envueltas por la espesura de la jungla y literalmente esconderlas para formar parte de la selva. A simple  vista, no son observables.

Si regresamos al verso de la canción, cuando cita “mueren genios sin saber, de su magia concedida”, establece el punto de equilibro entre triunfar y fracasar. Lamentablemente, en un gran número de casos, a los genios se les arrebata esa magia desde pequeños. Cuando los adultos dejan de sentir como niños, se olvidan que alguna vez tuvieron imaginación, creatividad, ímpetu, entre otras cualidades que se pudieron desarrollar, pero por muchas razones, se dejaron de usar. Y como ya piensa como adulto, establece normas para que el niño piense como adulto.

Cuando dicto conferencias, suelo decir “Usted no nació para triunfar, nació siendo un triunfador. ganó la carrera más importante de su vida”. Empero, con el paso del tiempo, nos vamos acomodando, de tal manera, que todo, y muchas veces, el no tener éxito, parece normal. Como el ensayo de la rana en agua tibia. Si usted mete una rana en una olla de agua caliente, por inercia de sobrevivencia, busca la forma de salir. Pero si usted mete a la rana en una olla de agua fría y lentamente la pone a hervir, la rana de a poco se irá acostumbrando al agua caliente, hasta que muere quemada. Así sucede en muchos casos, de a poco dejamos morir la esperanza, la ilusión, el deseo de triunfar, y nos resignamos a vivir, lo que nos toca vivir, no por decisión sino por circunstancias de la vida.

Cada quien, en su propia interpretación de la vida es genio, así que aprovechemos nuestra individualidad. Somo únicos, en la medida de lo posible desarrollemos nuestras habilidades. Simplemente hay que esforzare más, MUCHO más. El éxito está justo a la vuelta de la esquina, llegar allí, es lo que cuesta. Todo es cuestión de adquirir el hábito, y que sea hábito, tiene que hacerlo durante 21 días seguidos. No puede faltar a uno, o debe iniciar. Recuerde que hay dos dolores que se deben pagar en la vida. El dolor del arrepentimiento o el dolor de la disciplina. Les recomiendo este último, porque la disciplina después de dolor se convierte en habito, y cuando ya es un hábito, lo disfruta el cuerpo.

Aprendamos a llamar a las cosas por su nombre. Ya no le diga “pobrecito” al mediocre, al que no quiso aprender, al que no quiso esforzarse, al que no quiso disciplinarse. Lamentablemente es una persona que dejó morir su genio interno. De adultos, debemos aprender a ser responsables de nuestros actos, los cuales siempre traen consigo consecuencias. Serán buenas o malas, ciertas o inciertas, falsas o verdaderas, pero son nuestras. Hoy actuemos con omnisciencia para establecer metas que nos lleven a objetivos de satisfacción. No permita que se extinga su resplandeciente interior, déjelo brillar para deslumbrar a su familia, a su sociedad, a su país, y por qué no decirlo, al mundo entere, pero decida hoy florecer.

Expresión que enmarca cuando alguien tiene dificultades.