Todos tienen sueños y metas, el mediocre, el pobre (no solo monetario), entonces qué pasa
PUNTUAL
El mediocre las tiene, el impuntual las tiene, el pobre (no solo de dinero) tiene sueños, metas y objetivos. La gran diferencia con el excelente, magnífico, brillante y superior, es que tiene anhelos y metas, pero también tiene determinación, capacidad y autodominio para terminar y hacer las cosas.
El impuntual tiene siempre la meta de llegar a tiempo, pero siempre llega tarde, por qué, porque solo se lo pone en la mente, pero no en sus acciones. No adelanta su despertador, no se baña rápido, no se apura.
La impuntualidad se vence también con la vergüenza.
El pobre (no solo monetario, sino de espíritu) también tiene metas, pero las posterga. Todo lo deja para después, todo lo deja para de último, no se esfuerza, pero tiene metas, las de algún día. El algún día nunca va a llegar si no accionamos con determinación.
Y no es la necesidad, porque habiendo tanta necesidad en mucha gente, hace rato que hubieran cambiado. La necesidad no te mueve, por el contrario, la necesidad te hace su cliente y te mantiene desanimado y esperando que algún día las cosas cambien.
Debe ser tu mente, la que cambie, la que quiera mover todo. La mente es más poderosa que una bomba, destruye, pero también puede construir cosas hermosas, gente alegre, gente productiva.
Hoy le quiero hablar a tu mente que tiene poder, para que te muevas a un cambio, para que te acerques a tus objetivos y metas mediante el hacer. Hagamos una tarea juntos, anotemos lo que queremos lograr y en cuánto tiempo lo vamos a hacer y, en silencio, con un profundo compromiso personal, pongamos manos a la obra.
Ya es tiempo de que tus metas te dejen de esperar, para que llegues a ellas y les des un chócales.
No desperdiciemos más el tiempo, porque ese recurso sí se agota y no es renovable. Las metas no son el problema, las metas son el desafío, y el reto es de cada uno: hagámoslo.