Opiniones – Rudy Gallardo

WhatsApp vs ChatGPT: ¿Quién sabe más de ti?

“Me robaron mi cuenta de WhatsApp” —es una frase que, cada vez con mayor frecuencia, se escucha en reuniones familiares, chats de amigos o publicaciones en redes sociales. En muchos casos, esta preocupación refleja una sensación generalizada de vulnerabilidad frente al uso de la tecnología. Pero ¿qué tan cierta es esta idea? ¿Y por qué muchos temen más a la inteligencia artificial que a las aplicaciones que usamos todos los días?

Este artículo busca aclarar ideas, eliminar tabúes y brindar información útil para que cada lector pueda tomar decisiones informadas sobre su privacidad digital.

WhatsApp: privacidad encriptada… pero no totalmente privada

WhatsApp es, sin duda, la aplicación de mensajería más popular del mundo, con más de 2 mil millones de usuarios. A menudo se asocia con seguridad, en parte porque utiliza cifrado de extremo a extremo. Esto significa que nadie, ni siquiera la propia empresa, puede leer los mensajes enviados entre dos usuarios.

Sin embargo, lo que sí se recopila (y esto pocos lo saben) son los metadatos:

  • ¿Con quién hablaste?
  • ¿A qué hora? 
  • ¿Desde dónde?
  • ¿Durante cuánto tiempo?
  • ¿Qué tipo de dispositivo usaste?

Y esos datos sí se comparten con otras empresas del mismo conglomerado: Facebook, Instagram y otros servicios de Meta.

ChatGPT: ¿una IA que te escucha o una herramienta que te asiste?

Desde su aparición, ChatGPT ha generado fascinación y también temor. Muchos piensan que esta herramienta de inteligencia artificial “espía” o “escucha” conversaciones. Pero, en realidad, funciona de forma diferente:

  • No tiene acceso a tus mensajes ni a tus archivos personales.
  • Lo que escribes en la conversación puede ser usado para mejorar el modelo, a menos que desactives esa opción.
  • Puedes borrar tu historial y descargar tus datos desde la configuración.

Una diferencia clave es que ChatGPT no se conecta con tus otros dispositivos ni tus redes sociales, a menos que tú explícitamente lo permitas a través de integraciones externas.

¿Y entonces… por qué creemos que nos espían?

Aquí entra en juego la percepción y el poder de los algoritmos. Muchos usuarios sienten que sus dispositivos “los escuchan”, porque después de hablar de un tema, aparecen anuncios relacionados. Pero esta sensación no siempre se debe a espionaje, sino a la capacidad predictiva de los sistemas.

Ejemplo:

Si hablaste con un amigo por WhatsApp sobre comprar zapatos y luego visitaste una tienda online, los algoritmos pueden cruzar esa información usando tus búsquedas, ubicación y hábitos.

Ahora bien, eso no significa que no existan riesgos reales. El verdadero peligro está en:

  • Instalar aplicaciones sin revisar sus permisos.
  • Dar clic en enlaces maliciosos en WhatsApp.
  • No tener activada la verificación en dos pasos.
  • Usar contraseñas débiles o repetidas.

Consejos prácticos para protegerte (sin entrar en paranoia)

En WhatsApp:

  • Activa la verificación en dos pasos desde la configuración.
  • No abras enlaces de dudosa procedencia.
  • Revisa qué aplicaciones tienen acceso a tus contactos y archivos.
  • Evita enviar información financiera o documentos personales sensibles.

En ChatGPT:

  •  Si quieres privacidad, desactiva el historial de chats.
  • No compartas datos personales, claves ni números de documentos.
  • Usa la función para descargar y revisar tu actividad.

Un dato revelador: ¿quién recolecta más?

Según el Apple App Store Privacy Report, WhatsApp recolecta más de 18 tipos distintos de datos personales, incluyendo contactos, ubicación, historial de compras y uso de otras apps. ChatGPT, en comparación, solo recolecta los datos que el usuario introduce y la información técnica del navegador/dispositivo.

El reto: alfabetización digital para todos

Vivimos en una época donde el conocimiento tecnológico ya no es un lujo, sino una necesidad básica. Es vital que aprendamos a:

  • Leer términos y condiciones.
  • Revisar configuraciones de privacidad.
  • Enseñar a niños y adultos mayores sobre el buen uso de la tecnología.
  • Participar en conversaciones sobre regulación, ética y derechos digitales.

Conclusión: la privacidad es tuya… si decides ejercerla

La tecnología no es buena ni mala por sí sola. Es una herramienta. Y como toda herramienta, puede ser utilizada para el bien o para el mal. El verdadero poder está en manos del usuario: informado, consciente y responsable.

Hoy más que nunca, necesitamos avanzar hacia una ciudadanía digital que sepa preguntar, entender y decidir con criterio.

La pregunta no es solo “¿quién sabe más de ti?”, sino “¿cuánto estás dispuesto a enseñar… sin saberlo?”.