Opiniones – Rudy Gallardo

Uso de la tecnología para la detección de fraudes: Ley de Benford y Big Data

La integridad de los procesos electorales es esencial para la estabilidad de cualquier democracia. Sin embargo, las dudas sobre la validez de los resultados electorales persisten en muchos lugares, erosionando la confianza de los ciudadanos en el sistema y en los candidatos electos. En este artículo, exploraremos cómo la tecnología, en particular el uso de un algoritmo llamado la Ley de Benford y de la tecnología Big Data, pueden desempeñar un papel crucial en la detección de fraudes electorales y en el fortalecimiento de la transparencia electoral.

En cada proceso electoral, surgen dudas sobre la integridad de los escrutinios de mesa, estas dudas minan la confianza de los ciudadanos en las elecciones y en sus representantes electos.  El Análisis Forense Electoral analiza microdatos de las elecciones, utilizando herramientas de auditoría contable para detectar intentos de fraude.  Una de las herramientas clave utilizadas en este análisis es el algoritmo llamado la Ley de Benford. Conocida también como la ley del primer dígito, establece que, en conjuntos de datos de la vida real, los dígitos iniciales no tienen una probabilidad uniforme. En cambio, es más probable que el primer dígito sea uno y menos probable que sea nueve. Cualquier desviación de este patrón puede indicar irregularidades.

La Ley de Benford se ha aplicado con éxito en la detección de fraudes electorales y financieros. Por ejemplo, en las elecciones presidenciales de 2020 en Estados Unidos, se utilizó para analizar los votos de los distritos electorales y detectar posibles fraudes. También se ha aplicado en la detección de fraudes fiscales y financieros.   Al analizar los resultados electorales, cualquier desviación de la distribución de dígitos prevista por la Ley de Benford puede indicar manipulación de votos.  En el ámbito financiero, se ha utilizado para detectar fraudes en declaraciones fiscales y datos financieros. Cualquier discrepancia significativa en los primeros dígitos de los números puede indicar irregularidades. También se ha aplicado para detectar anomalías en datos recopilados en encuestas y estudios sociales. Si los datos no siguen la distribución esperada, puede indicar respuestas falsificadas o manipulación de datos.  En el campo de la salud, se ha utilizado para detectar irregularidades en datos clínicos y médicos. También se ha aplicado en la detección de anomalías en tráfico de Internet y ataques DDoS (Distributed Denial of Service – Denegación de Servicio Distribuido). Cualquier desviación significativa de la distribución esperada de los tiempos entre llegadas de paquetes puede indicar un ataque o un comportamiento anómalo en la red.

Además de la Ley de Benford, el análisis forense electoral se basa en el uso de Big Data. Este es un término que se refiere a la gestión y análisis de grandes volúmenes de datos que superan la capacidad de las herramientas de software tradicionales para capturar, almacenar, gestionar y procesar datos. Estos conjuntos de datos son extremadamente grandes y complejos, y a menudo se caracterizan por las «3V»: Volumen, Variedad y Velocidad.

El análisis y cruce de datos es fundamental para detectar fraudes en empresas. Por ejemplo, puede revelar discrepancias entre las ventas registradas y el inventario real, lo que podría indicar un fraude. Big Data facilita este análisis al proporcionar la capacidad de procesar grandes volúmenes de datos y detectar anomalías en tiempo real.  Los registros de actividad, conocidos como logs, son una fuente valiosa de información en la detección de fraudes. Casi todos los sistemas informáticos registran la actividad, lo que incluye transacciones no autorizadas o cambios indebidos. Utilizando Big Data, es posible almacenar y analizar estos registros de manera efectiva, identificando patrones y anomalías en tiempo real. Esto permite detectar fraudes en el momento en que ocurren, en lugar de esperar a una auditoría posterior.

Otra herramienta poderosa en la detección de fraudes son los grafos; permite detectarlos en esquemas de estafas piramidales y transacciones comerciales. Ayudan a visualizar las relaciones entre proveedores, vendedores, clientes y productos, identificando patrones de comportamiento anómalo. Además, el uso de inteligencia artificial, la cual utiliza algoritmos de aprendizaje automático para identificar las transacciones fraudulentas con un alto nivel de precisión, lo que permite alertar a las empresas sobre desviaciones y tomar medidas inmediatas para evitar pérdidas económicas.

La tecnología, en particular el uso de Big Data y la Ley de Benford, ofrece herramientas poderosas para la detección de fraudes electorales y financieros. Estos enfoques permiten identificar patrones y anomalías en grandes conjuntos de datos, lo que mejora la transparencia y la integridad de los procesos electorales y financieros. La aplicación de estos métodos no solo ayuda a detectar fraudes, sino que también puede prevenirlos y ahorrar recursos valiosos en auditorías e investigaciones posteriores; inclusive evitaría conflictos sociales provocados por la incertidumbre, la poca transparencia y la indignación del irrespeto a la voluntad expresada en las urnas.

En un mundo donde la confiabilidad de los datos es esencial para la toma de decisiones en el sector público y privado, la tecnología se convierte en un aliado crucial en la lucha contra el fraude y la corrupción. La Ley de Benford y el análisis de Big Data son herramientas que pueden marcar la diferencia en la garantía de procesos justos y transparentes en elecciones y en la gestión financiera. Su aplicación adecuada puede contribuir a fortalecer la confianza de los ciudadanos en las instituciones y en el sistema democrático en su conjunto.  La confianza en los resultados electorales es esencial para el buen funcionamiento de la democracia, y estas herramientas pueden desempeñar un papel crucial en la detección y prevención de fraudes. ¿Está Guatemala lista para dar este paso hacia una mayor transparencia en sus elecciones?